
En la vida enfrentamos momentos en los que sentimos que todo se derrumba. Oramos, lloramos, esperamos... y a veces pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros. Pero quiero decirte algo hoy: Dios nunca llega tarde.
Tal vez no entiendes por qué estás atravesando ese problema, esa pérdida, esa angustia. Pero la Biblia nos enseña que todo tiene su tiempo, y todo lo que sucede bajo el cielo ocurre en el momento perfecto de Dios (Eclesiastés 3:1).
He vivido en carne propia lo que es tocar fondo. Pensé que mi historia se acabaría allí. Pero fue justo en ese punto donde Dios me levantó. Él no solo me devolvió la esperanza, sino que me dio propósito. Por eso hoy estoy aquí compartiendo contigo estas palabras.
No pierdas la fe. No te rindas. Tal vez no veas la salida aún, pero en el momento perfecto, Dios actuará en tu favor. Y cuando lo haga, sabrás que valió la pena esperar.
Hoy te animo a seguir creyendo. Tu milagro ya tiene fecha… y está más cerca de lo que imaginas.

Hay momentos en los que oramos, lloramos y suplicamos… pero no sentimos respuesta. Nos arrodillamos esperando una señal, una palabra, un milagro… y lo único que escuchamos es el silencio.
Ese silencio, muchas veces, duele más que el problema. Nos hace preguntarnos si Dios nos escucha, si aún está con nosotros, si hicimos algo mal. Pero quiero recordarte hoy una verdad poderosa: el silencio de Dios no es ausencia, es trabajo invisible.
Dios no siempre responde como queremos, ni cuando queremos. Pero Él nunca deja de obrar. Mientras tú sientes que nada pasa, Él está organizando todo a tu favor, en el cielo y en la tierra. Está trabajando en tu carácter, protegiéndote de lo que no ves, o preparando algo mayor de lo que pediste.
Jesús mismo experimentó ese silencio en Getsemaní. Clamó con angustia… y el cielo guardó silencio. Pero ese silencio dio paso a la mayor victoria: la resurrección.
No confundas silencio con abandono. A veces, Dios calla para enseñarte a confiar sin depender del ruido, para que aprendas a caminar por fe y no por vist